miércoles, 3 de junio de 2009


Fernando Arrabal
hacia 1992

Es indudable que Arrabal ha cambiado la escena del teatro mundial. Sublimando su propia biografía, la complica con episodios disparatados del teatro del absurdo y la crueldad o del dadaísmo tardío. El resultado es una ceremonia con todo su valor ritual, que devuelve al teatro su condición de espectáculo. Por debajo del caos aparente, laten inquietudes políticas, religiosas o humanas de verdadera trascendencia.

Su obra es motivo de polémicas, debido a una penosa incomprensión. Se ha dicho que obedecía al teatro francés y no al español, lengua en lo que aún no leemos la totalidad de su producción. El dudoso interés mostrado en España invita a pensar que Arrabal es otra de las ocasiones perdidas por el teatro español para superar la profunda crisis que vive desde 1936.

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